Todos Queremos Una Novena Sinfonía

Una de las cosas que no pierde trascendencia con el paso del tiempo es aquel pensamiento que se acerca vagamente a querer interpretar el significado que tiene la existencia del hombre.  A muchas personas les gusta hablar de autos, a otros les gusta hablar de deportes y algunos pueden pasar horas discutiendo acerca de negocios; sin embargo la idea del propósito de nuestra existencia es un tema que le incumbe a todo individuo y seguramente más de alguna vez hemos estado involucrados en pláticas de este tipo. 

Esto es completamente entendible ya que somos seres que constantemente estamos cuestionando; naturalmente es normal que en determinado  momento despierte la inquietud de cuestionarnos a nosotros mismos. Sabemos que esto ocurre cuando de pronto surgen preguntas tan simples como: ¿Por qué me gusta más el color azul que el verde? ¿Cuál es mi música favorita? ¿Qué carrera debo elegir? ¿Para qué desperté esta mañana? ¿Hacia dónde se dirige mi vida? Siglos de civilización humana no han sido suficientes para contestar a estas preguntas, y difícilmente alguien como nosotros podrá tener una respuesta absoluta para cada una de ellas. Sin embargo de una manera muy dispersa todos sabemos que queremos algo.

“La vida es, en pocas palabras, un misterio” escribió Sanabria (1987). En mi opinión una de las mejores maneras de interpretar la vida filosóficamente hablando. Porque como ya lo mencionamos sabemos que existimos y sabemos que buscamos algo pero es prácticamente imposible definir estos conceptos. Pero entonces: ¿Qué es lo que nos motiva a seguir existiendo si no podemos comprender conceptos tan básicos como estos? Quizás sean pocas las personas que han logrado responder esta pregunta antes de su muerte, solo aquellos que lograron encontrar su “novena sinfonía”.

Ludwig van Beethoven, un compositor, director de orquesta y pianista alemán. Conocido por su destacable trabajo en el género de la música clásica, pero sobre todo su obra más trascendental conocida como la novena sinfonía; quizás la obra más representativa de toda la música clásica e incluso de la música en general. Cuando una persona escucha “novena sinfonía” inmediatamente sabes que estás hablando de verdadera música y al mismo tiempo recordando el nombre de Beethoven. No podemos afirmar que Beethoven tenía alguna idea de la magnitud de lo que había logrado, pero para nosotros es fácil apreciar que a él le tomo tan solo 6 años de su vida trabajar específicamente en esta obra; quizás él no lo sabía, pero el desenlace de ese trabajo no era simplemente el resultado de 6 años de trabajo sino la obra maestra de una vida entera.

Y quizás esto es lo que nosotros buscamos, caminar ciegamente a lo largo del camino de la vida, sin dirección alguna pero con la esperanza de que tarde o temprano llegaremos a algo que al final nos inspirara a decir: “Valió la pena el recorrido”. Y en un mundo ideal, sería fantástico que al final de nuestras vidas cada uno llegara a tener algo semejante a una novena sinfonía.

Pero viviendo en una sociedad con alrededor de 7,000 millones de habitantes, esto es prácticamente imposible. En medio de tantas personas, destacar de cualquier manera parece una hazaña apta solo para un súper humano o algo por el estilo.

Teniendo conocimiento de esto, aun así nos preguntamos porque hay tanta frustración en la mayoría de las personas que componen nuestra sociedad. En simples palabra esto se debe a que una persona común no ha sabido encontrar aquella novena sinfonía en las cosas simples de la vida. En cambio todos esperan tener aquellos reconocimientos  y retribuciones que tienen los personajes como lo fue Beethoven. Pero aún más importante es aceptar y reconocer que no todos somos un Beethoven para que se nos exalte por nuestra novena sinfonía, no todos somos un Géricault para que se nos atribuya La Balsa de la Medusa o ni siquiera somos Steve Jobs para que se nos recuerde por nuestro iPhone.

Quizás sea excitante la idea de que nosotros al igual que estos personajes podemos ser reconocidos por atributos como los de ellos. Pero el conseguir esto no precisamente significa que hayamos encontrado la repuesta a todas las preguntas que se establecieron al principio del texto. El concepto de encontrar nuestra novena sinfonía  va mucho más allá de tan solo recibir el reconocimiento de un público.

Se podría decir que principalmente es encontrar aquello en mi interior que da identidad y te hace sentir diferente de los demás aun cuando ellos no lo sepan. Me gustaría pensar que mientras Ludwig van Beethoven componía la novena sinfonía él no estaba pensando precisamente en que su trabajo fuera de agrado para la sociedad filarmónica de Londres; eso quizás iba en segundo plano, ya que las obras que logran tener mayor impacto en la sociedad son aquellas que inicialmente ya dieron un fuerte golpe en el interior del mismo autor.

2 comentarios:

  1. Muy buen escrito, muy buen tema en donde expresa y explica la música basándose en situaciones de vida.

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  2. Reflexiones interesantes y entretenidas bastante artistico el texto.

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